Segundo Mandamiento
EL SEGUNDO MANDAMIENTO DE LA LEY DE DIOS ES:
NO TOMARAS EL NOMBRE DE DIOS EN VANO.
El
segundo mandamiento prohibe todo uso inconveniente del nombre de Dios.
Toma el
nombre de Dios el que jura , pues jurar es poner a Dios por testigo de la
verdad de lo que se dice.
Para que
el juramento sea lícito debe reunir las tres condiciones: que sea con verdad,
que sea con justicia, y que haya verdadera necesidad . No es lícito jurar con
duda . Debes estar moralmente cierto. La certeza moral excluye toda duda
razonable, pero no excluye en absoluto el temor a equivocarse. Con todo, cuando
se declara ante un tribunal se debe tener absoluta certeza de la cosa: como
ocurre con lo que se conoce por propia experiencia, o se ha oído de personas
que ofrecen total garantía. En este segundo caso hay que dejar bien claro que
lo que se jura es haberlo oído a personas dignas de crédito. El que jura con
mentira peca gravemente, si advierte que jura y sabe que miente. Poner a Dios
por testigo de una falsedad es injuriarle gravemente.
Jurar sin
justicia es jurar hacer algo malo o que sea en perjuicio del prójimo. El pecado
será grave o leve según que lo que se jure sea grave o sea levemente ilícito.
Si lo que
se ha jurado es malo, no se puede cumplir. Serían dos pecados. Uno por jurar
una cosa mala, y otro por hacerla. Quien ha jurado hacer algo malo, debe dolerse
de hacerlo jurado y no cumplirlo. Jurar sin necesidad es jurar sin tener motivo
razonable para ello; como los que juran por costumbre.
El que
jura con verdad pero sin necesidad, por costumbre, sin darse cuenta, no comete
pecado grave; pero tiene que corregirse de su mala costumbre.
Para que
haya verdadero juramento es necesario que haya intención de jurar y fórmula
juratoria.
Quien
finge jurar pronunciando la fórmula sin intención de jurar, peca porque esto es
una injuria a Dios.
La
verdadera fórmula juratoria debe incluir, implícita o explícitamente la
invocación a Dios en testimonio de la verdad, v.gr.: te juro por Dios que... .
Expresiones como: si nos verdad que me muera , por la salud de mi madre , etc.,
deben considerarse como fórmulas juratorias que suponen poner a Dios por
testigo de la verdad, y que en caso contrario Él se encargará de castigar la
mentira. Frases que a veces se usan en la conversación como júramelo , te lo
juro , etc., no deben considerarse siempre como verdadero juramento, pues no
tienen intención de jurar.
Pero es
una fea costumbre que debe corregirse. Muchas personas juran por simple
muletilla. Esto es indecoroso. Si quieres, puedes decir palabra de honor . Esto
no es jurar; y debe bastar para reforzar tu afirmación. A quien no le baste
esto, te ofende.
Peca,
además, contra este mandamiento el que dice cosas contra la Religión, y el que
dice blasfemias.
Blasfemia
es toda expresión insultante contra Dios, la Virgen, los Santos o cosas
sagradas: ya sea con palabras, gestos, signos, dibujos, etc.
La
blasfemia es un pecado diabólico.
No hay
que confundir las blasfemias -palabras injuriosas con las que se insulta a
Dios, la Virgen, etc.- con las palabras feas, que solemos llamar palabrotas y
tacos.
También
peca contra este mandamiento quien no cumple sus votos o promesas hechas a Dios
para reforzar nuestras súplicas y manifestar nuestro agradecimiento.
El voto
es una promesa hecha a Dios libre y deliberadamente, con la intención de obligarse
bajo pecado, de una cosa posible, buena y mejor que su contraria . Hay
obligación de cumplirlo bajo pecado grave o leve, según como uno se haya
comprometido. Sin embargo, una cosa ligera no puede hacernos contraer una
obligación grave.
No hay
que confundir los votos y promesas con los ofrecimientos que se hacen a Dios
sin intención de obligarse a cumplirlos bajo pecado. Antes de hacer un voto o
promesa, deberías consultar con una persona prudente: por ejemplo, con un
sacerdote. Y si no has podido hacerlo antes, hazlo después por si conviene que
te lo dispense o te lo conmute.
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