La eutanasia
otra vez en la boca de las personas
La eutanasia es
un tema que actualmente ha vuelto a colocarse en el centro del debate público,
debido a la aprobación de la “ley de muerte digna” en la hermana nación de
la Argentina, el 10 de Mayo del 2012.
Pero antes de
tomar una postura frente a tan delicado tema, es bueno al menos tener una
cierta noción de lo que realmente implica dicho termino, ya que, en repetidas
ocasiones, como con muchos otros temas, formulamos nuestras argumentaciones con
una o dos ideas que hemos escuchado al paso, y no luego de una investigación de
parte nuestra. Esto, muchas veces podría resultar bastante si sentido, ya que disponemos de toneladas de
información, toda a nuestra alcance con solo un click.
Empecemos definiendo lo qué es la eutanasia. Etimológicamente,
eutanasia (del griego "eu", bien, "Thánatos", muerte) no
significa otra cosa que buena muerte, bien morir, sin más.
Sin
embargo, esta palabra ha adquirido desde antiguo otro sentido, algo más
específico: procurar la muerte sin dolor a quienes sufren. Pero todavía este
sentido es muy ambiguo, puesto que la eutanasia, así entendida, puede
significar realidades no sólo diferentes, sino opuestas profundamente entre sí,
como el dar muerte al recién nacido deficiente que se presume que habrá de
llevar una vida disminuida, la ayuda al suicida para que consume su propósito,
la eliminación del anciano que se presupone que no vive ya una vida digna, la
abstención de persistir en tratamientos dolorosos o inútiles para alargar una
agonía sin esperanza humana de curación del moribundo, etc.
Por tanto,
detenernos sólo en la idea de que la eutanasia implica procurar la muerte sin dolor a quienes sufren es
contradictorio. Esto ha conducido hoy en día a entenderla como el llamado
homicidio por compasión, es decir, el causar
la muerte de otro por piedad ante su sufrimiento o atendiendo a su deseo de
morir por las razones que fuere.
Sin embargo, en el debate social acerca de la eutanasia, no siempre se toma esta palabra en el mismo sentido, e incluso a veces se prefiere, según el momento, una u otra acepción para defender tal o cual posición. Esto produce con frecuencia la esterilidad del debate y, sobre todo, grave confusión en el común de las gentes.
Sin embargo, en el debate social acerca de la eutanasia, no siempre se toma esta palabra en el mismo sentido, e incluso a veces se prefiere, según el momento, una u otra acepción para defender tal o cual posición. Esto produce con frecuencia la esterilidad del debate y, sobre todo, grave confusión en el común de las gentes.
Esto lleva
a que nos revisemos a nosotros mismo, para descubrir que es lo que entendemos
por eutanasia ya que según la significación que le demos, nos resultará un
crimen inhumano o un acto de misericordia solidario.
No se
puede ignorar, sin embargo, que en el debate público también se da no pocas
veces, por parte de los patrocinadores de la eutanasia, una cierta manipulación
- querida o no - de las palabras, cuyo resultado es presentar ante la opinión
pública la realidad de la eutanasia como algo más inocente de lo que es (se
dice "muerte dulce", "muerte digna"), y propiciar así su
aceptación social; como si no existiera, o fuera secundario, el hecho central
de que en la eutanasia un ser humano da muerte a otro, consciente y
deliberadamente, por muy presuntamente nobles o altruistas que aparezcan las
motivaciones que lo animen a ejecutar tal acción y por poco llamativos que sean
los medios que utilice para realizarla.
Todo esto no quiere decir que el debate sobre la eutanasia dejaría de existir si todos hablásemos de lo mismo y otorgásemos al término idéntico significado. El debate también se produciría aun cuando por eutanasia todos entendiesen una sola cosa: el causar la muerte de otro, con su consentimiento o no, para evitarle dolores físicos o padecimientos de otro tipo, considerados insoportables.
Todo esto no quiere decir que el debate sobre la eutanasia dejaría de existir si todos hablásemos de lo mismo y otorgásemos al término idéntico significado. El debate también se produciría aun cuando por eutanasia todos entendiesen una sola cosa: el causar la muerte de otro, con su consentimiento o no, para evitarle dolores físicos o padecimientos de otro tipo, considerados insoportables.
Ahora, si entendemos la eutanasia de esta manera, ¿no sería
cosificar al ser humano, de ser un ser único e irrepetible, y, por tanto, de
poseer un valor personal reducirlo a una cosa de la que se puede disponer como
mejor convenga según las circunstancias? Y por tanto ¿no resultaría siempre una
forma de homicidio?
Y es que esta es la mejor definición de
eutanasia, ya que esta contiene los elementos esenciales que la configuran:
1.- Que la muerte ha de ser
el objetivo buscado, ha de estar en la intención de quien practica la
eutanasia: no es eutanasia, por tanto, el aplicar un tratamiento necesario para
aliviar el dolor, aunque acorte la expectativa de vida del paciente como efecto
secundario no querido, ni puede llamarse eutanasia al resultado de muerte por
imprudencia o accidente;
2.- Que puede producirse por acción (administrar sustancias tóxicas mortales) o por omisión (negarle la asistencia médica debida); ha de buscarse la muerte de otro, no la propia. Por lo cual no se considera el suicidio como forma peculiar o autónoma de eutanasia.
2.- Que puede producirse por acción (administrar sustancias tóxicas mortales) o por omisión (negarle la asistencia médica debida); ha de buscarse la muerte de otro, no la propia. Por lo cual no se considera el suicidio como forma peculiar o autónoma de eutanasia.
Alguien,
sin embargo, podría pensar que este significado es muy estricto, a lo cual se
puede responder que más que estricto es preciso, ya que, sólo definiendo con
precisión un término, la realidad por él explicada, llega con la mayor claridad
posible a la mente del interlocutor; y además , porque este significado
coincide también con lo que los patrocinadores de la legalización de la
eutanasia quieren que prospere: que se legitime el que un hombre dé muerte a
otro dadas ciertas circunstancias.
Se debe aún hacer una aclaración, esta es
respecto a la distanasia o encarnizamiento terapéutico, la cual busca frente a
todos los medios aplazar durante un tiempo la muerte que ya es inevitable,
añadiendo a los sufrimientos propios de la enfermedad otros, producto de estos
tratamientos, generando unas condiciones
lamentables para el enfermo.
Esto nos hace pensar en los casos famosos que
llegaron ante los tribunales, como son el de Terri Schiavo y Eulana Englaro. Ambas mujeres murieron por inanición
y deshidratación días después de que se les suspendiera los cuidados básicos de
alimentación e hidratación por medio de sondas, luego de que las autoridades
decidieran aplicar la eutanasia.
Esto, por ejemplo, nunca podría considerarse
encarnizamiento terapéutico, ya que, si bien es cierto, llevaban muchos años
conectadas a sondas, no murieron por consecuencias de su propia enfermedad,
sino de hambre o de sed, con lo cual se cometió eutanasia al quitarles deliberadamente la vida.
Para finalizar podemos citar los principales
argumentos para justificar la eutanasia los cuales son principalmente los
siguientes:
·el
derecho a la muerte digna, expresamente querida por quien padece sufrimientos
atroces;
·el
derecho de cada cual a disponer de su propia vida, en uso de su libertad y
autonomía individual;
·la necesidad de regular una situación que existe de hecho. Ante el escándalo de su persistencia en la clandestinidad;
· el progreso que representa suprimir la vida de los deficientes psíquicos profundos o de los enfermos en fase terminal, ya que se trataría de vidas que no pueden llamarse propiamente humanas;
·la manifestación de solidaridad social que significa la eliminación de vidas sin sentido, que constituyen una dura carga para los familiares y para la propia sociedad.
No todos los partidarios de la eutanasia comparten todos estos argumentos; pero todos, en cambio, comparten los dos primeros, y a menudo el tercero.
En conclusión, podemos decir que muchos de los
que favorecen la legalización de la eutanasia desconocen su significado con precisión,
y, otros muchos, se han encerrado en una postura reduccionista del hombre, que
le otorga a este, un valor instrumental (de cosa), desentendiéndose de su valor
único e irrepetible. Cuando caemos en cuenta de esta hermosa realidad, la
eutanasia resultada menos atractiva y su justificación tiene menos sentido.
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